La enfermedad por el virus del Ébola (denominada anteriormente fiebre hemorrágica del Ébola) es una enfermedad grave y con frecuencia letal cuya tasa de mortalidad puede llegar al 90%. El virus se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Sudán y República Democrática del Congo. La aldea donde se produjo el segundo de ellos está situada cerca del río Ébola, que da nombre al virus. El brote del virus del Ébola actual comenzó en marzo en África Occidental y rápidamente se expandió a Liberia, Sierra Leona, Guinea y Nigeria
Transmisión
El virus del Ébola se propaga en la comunidad mediante la transmisión de persona a persona, por contacto directo con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de personas infectadas, o por contacto indirecto con materiales contaminados por dichos líquidos. Además, la enfermedad se puede transmitir por el contacto con los fluidos corporales de animales infectados. En el actual brote en África Occidental, la mayoría de los casos humanos se han debido a la transmisión de persona a persona.
Signos y Síntomas
Se trata de una enfermedad viral aguda grave que se suele caracterizar por la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas.
Los pacientes son contagiosos mientras el virus esté presente en la sangre y las secreciones. El periodo de incubación (intervalo desde la infección hasta la aparición de los síntomas) oscila entre 2 y 21 días.
Diagnóstico
Las infecciones por el virus del Ébola solo pueden diagnosticarse definitivamente mediante distintas pruebas de laboratorio:
• Prueba de inmunoadsorción enzimática (ELISA);
• Pruebas de detección de antígenos;
• Prueba de seroneutralización;
• Reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR);
• Aislamiento del virus mediante cultivo celular.
Tratamiento
En la actualidad no se dispone de ningún tratamiento específico que cure la enfermedad aunque se están evaluando nuevos tratamientos farmacológicos. Tampoco existe una vacuna contra la enfermedad. Los casos graves requieren cuidados intensivos. Los enfermos suelen estar deshidratados y necesitar rehidratación por vía intravenosa u oral.
Prevención
A falta de un tratamiento eficaz y de una vacuna humana, la concientización sobre los factores de riesgo de esta infección y las medidas de protección que las personas pueden tomar constituyen la única forma de reducir el número de infecciones y muertes humanas.
• Evitar el contacto físico estrecho con pacientes con la enfermedad y utilizar guantes y equipo de protección personal adecuado para atender a los enfermos en el hogar
• Es necesario lavarse las manos con regularidad tras visitar a enfermos en el hospital, así como después de cuidar a enfermos en el hogar.
• Los enfermos que mueren por esta causa deben ser sepultados rápidamente y en condiciones de seguridad.
• Reducir el riesgo de transmisión de animales con alto riesgo de estar infectados evitando el contacto directo (utilizar guantes o prendas protectoras) y el consumo de carne cruda.
Fuente: Organización Mundial de la Salud.
Fuente Foto: UNICEF/ WHO